domingo, 2 de marzo de 2008

Muay Thai



El sábado pasado me fui a presenciar una velada de muay-thai en el Lumphini Boxing Stadium de Bangkok en compañía de una amiga tailandesa. Tenía ganas de ver en vivo y en directo esta especialidad, sobre todo, para experimentar in situ una de las aficiones mundialmente conocidas de Tailandia, para comprobar el ambiente que se respira alrededor de un cuadrilátero, y ya de paso, para analizar hasta que punto un boxeador es capaz de liarse a codazos y rodillazos, además de a patadas y puñetazos, sin perder la cabeza.

Nada más entrar en el estadio, un lugar con cierto encanto decadente, con ventiladores girando al ritmo de una música hipnótica, desenfrenada, que únicamente se detuvo ante el ya habitual himno nacional (y la correspondiente puesta en pié de todos y cada uno de los seres vivos, incluidos los que iban con muletas), que te colocaba sin querer más cerca del trance que del ring, me proporcionaron las reglas del violento juego. Resumiendo, el ganador del combate sería aquel luchador que utilizando las armas del muay thai, es decir, puños, codos, rodillas y pies, consiguiese debilitar o dañar en mayor medida a su oponente. Simple. Duro. Claro.

Los combates comenzaban con un ritual previo, una danza ceremonial al ritmo de la música que servía para liberar tensiones y para soltar los músculos, y a la vez, para dar tiempo a los apostantes a decidirse por uno u otro rival. Tras un par de combates de adaptación para mis ojos a semejante violencia, he de decir que el umbral del dolor desciende de manera sustancial con lo que uno termina pensando que los luchadores son, cuando menos, muñecos de goma. Eso hasta que ves a uno desplomarse y te das cuenta que, a pesar de todo, esto de juego no tiene nada. A pesar de las apuestas.

(Muay Thai)

Last Saturday I went to see some Muay-Thai at the Lumphini Boxing Stadium in Bangkok with a thai friend. I wanted to watch live this speciality martial art, mainly, to experiment one of the Thai´s main worldwide well-known hobbies, to check the ambient that is breathed around the ring, and by the way, to analise until which point a boxer is capable to come to blows with elbows, knees, feet and punches, without losing his head.

Just when you enter in the stadium, a place with a decadent charm, with fans spinning with the rhythm of a hypnotic music, frantic, that only stopped before the already usual national anthem (and its corresponding standing-up of every human being, included the ones that were carrying crutches)that takes you nearer to trance than to the ring, I was given the rules of this violent game. In resume, the winner of the combat would be the fighter that using the muay thai weapons, fists, elbows, knees and feet, weaken or damage his opponent more would be the winner. Simple. Hard. Clear.

The fights started with a previous ritual, a ceremonial dance following the rhythm of the music that helped to liberate stress and strech the muscles, and at the same time, to allow betters to choose one of both rivals. After a couple of combats to adapt my eyes for such a massive violence, I must say that the pain´s threshold descends in a sustain way so at the end oneself finishes thinking that fighters are, at least, made of rubber. That´s until you see one falling down suddenly to the floor and you realise that, despite all the facts, this has nothing in common with a game. No matter if there´s any bet, though.

3 comentarios:

fon dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
fon dijo...

¿Te suena la cara de este tipo?

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/03/
06/internacional/1204834491.html

Anónimo dijo...

¡Güelito! Veo que te va todo de lujo, me alegro, hombre. Ayer estuve hablando con Vigón, me estuvo contando qué tal te va. Pues eso, tío, un abrazo y cuídate mucho.

Cepillo.