domingo, 2 de marzo de 2008

Privilegios



En Tailandia, como en cualquier otro país del mundo, también hay clases, aunque se encuentren bajo tierra. Aquí en el MRT (Mass Rapid Transit), como en cualquier otro subterráneo del mundo, los privilegios son para los mismos grupos sociales que en Londres, en Amsterdam o en Helsinki: para los niñas y niños, siempre y cuando vayan de la mano como buenos amigos; para las embarazadas, no por antojo sino por una razón más que vital; y para los mayores, con bastón recto y espalda doblada.

Hasta aquí, como apuntaba anteriormente, todo igual que en el resto del globo. Ahora bien, dentro de esta clases privilegiadas que se desplaza bajo tierra, se encuentra un llamativo grupo social que demuestra nuevamente la importancia de las creencias en la sociedad thai: son los monjes, de túnica naranja y cabeza pelada. Lo sorprendente, a mi entender, es que la principal razón es más física que espiritual.

Como para muchas otras labores intelectuales, se entiende que uno debe de meditar mejor sentado que de pié. Este argumento acerca de los privilegios de unos y otros coge más peso cuando todas las mañanas me cruzo con uno de ellos que, al igual que el resto de los monjes, recibe diariamente comida de manera solidaria a su paso por la misma acera repleta de puestos por la que me cruzo con él, una mañana sí y otra también. Es ahí cuando me doy cuenta de que estos monjes de verdad sí que son los verdaderos privilegiados, porque sentado y con el estómago lleno, así medito hasta yo.


Privileges

In Thailand, like in any other country in the world, there are also social classes, although they are underground. Here inside the MRT (Mass Rapid Transit), as in any other subway of the world, the privileges go to the same social groups than in London, Amsterdam or Helsinki: girls and boys, just if the go hand to hand like good friends; pregnants, not because their whim but for a more than vital reason, and for the elderly, with straight stick and bent back.

Nothing change so much, as I quoted before, in compare with the rest of the globe. But what´s true is that among these privilege classes that move underground, there´s an eye-catching social group that shows once again the importance of the beliefs in Thai society: these are the monks, with orange tunic and skin head. Surprisingly, in my opinion, is that the main reason is more physical than spiritual.

The same that happens for other intelectual labours, it´s understood that oneself must meditate better sitting down than standing up. This argument about privileges gets more strength every morning when I cross with a monk that, like the rest of the monks, daily receives food as a gesture of solidarity when he walks through the same pavement packed with food stalls where I meet him everyday. That´s when I realise that these monks are true privilege people, because sitting down and with a topped-up stomach, actually am able to meditate too.

2 comentarios:

fon dijo...

Me encanta la argumentación de que sentado se piensa mejor... Ahora, pensándolo detenidamente (y también sentado), en mis años madrileños jamás vi a un cura en el metro. Curiosamente, a las monjas sí que las he visto a menudo. Una pregunta: ¿hay monjas entre los monjes? Es decir, ¿hay un equivalente budista a nuestras queridas monjas confiteras y suburbanas?

David dijo...

Fon: pues no, la verdad que esta sociedad se reparte de manera igualitaria, que no simétrica. Todos los varones han de pasar una etapa tras finalizar sus estudios ejerciendo como monjes, es una especie de servicio monástico obligatorio, lo cual les hace comprender las bondades de la vida reflexiva que yo comentaba en el post. Ellas, en cambio, se dedican a otro tipo de menesteres más paganos y también más mundanos, aportando a través de dichas actividades cierto grado de religiosidad, como que no quiere la cosa. Espero que te haya quedado claro.