miércoles, 3 de diciembre de 2008

Bienvenido a Air Zapatero



Estos últimos días he abandonado mi soporífero sitio de trabajo en la Oficina Comercial para desplazarme hasta la sede de la Embajada aquí en Bangkok, con el propósito y la obligación de echar una mano en la organización de la más que discutible "evacuación de emergencia" de los turistas españoles "atrapados" en Tailandia. Dicha "arriesgada" misión, según la versión oficial, fue planificada personalmente por el mismísimo presidente del Gobierno (y agente de viajes en funciones), el Sr. Rodríguez Zapatero.

Lo primero quisiera desmentir por última vez que aquí en Bangkok, y menos aún en el resto de Tailandia, uno pueda sentir peligro alguno. Ni hoy, ni ayer ni hace 193 días, que es cuando comenzaron las manifestaciones antigubernamentales. Estoy cansado de llevarle la contraria a los medios, a diversas organizaciones gubernamentales, entre ellas el Banco Mundial, las Naciones Unidas o alguna que otra Embajada, sobre todo a aquellas informaciones que se redactan o elaboran a 10.000 km de distancia del origen de la noticia. Yo he estado en los sitios "conflictivos", donde algunos de los que redactan dichos comunicados no han estado en su vida, y sin aires de grandeza ni heroicidad alguna, he de decir que me he divertido mucho más que me he acojonado. Si que es cierto que ha habido disturbios, tiroteos, explosiones, heridos y hasta algún muerto, que han corrido rumores de que quizá un nuevo golpe de estado estaba a la vuelta de la esquina, pero sinceramente al final de cada calle, día tras día, desde hace meses, lo más parecido a un tanque con lo que me he llegado a encontrar ha sido con un pobre elefante.

De ahí que a continuación os adjunte una crónica más que razonable, razonada sobre la "providencial" misión de rescate en la que he tenido el placer, no sé si el orgullo, de haber participado. Obviamente adelanto que a pesar de no estar en absoluto de acuerdo con algunas de las crónicas sensacionalistas que ha ido sacando David Jiménez durante estas últimas semanas, estoy completamente de acuerdo con el artículo que va a continuación, "Bienvenido a Air Zapatero", del citado periodista, corresponsal para el diario El Mundo aquí en Bangkok, y alrededores.

Y es que cuando uno tiene razón, no hace falta dársela, porque ya la tiene.


Bienvenido a Air Zapatero

La escena de los turistas españoles peleándose por subirse a algunos de los aviones enviados por el Gobierno a Tailandia habría encajado a la perfección en una nueva versión de 'Aterriza como Puedas', aquella comedia del absurdo que triunfó en los 80. Se discute si los pasajeros llegaron a las manos o si los hubo con la falta de elegancia como para negarse a ceder el sitio a una mujer embarazada. No quiere uno pensar en qué habría pasado si en lugar de estar siendo evacuados de Tailandia hubieran quedado atrapados en... Pongamos Mumbay.

Contra el comportamiento individual de cada uno poco hay que hacer. Más preocupante es el precedente fijado por el Gobierno de enviar al rescate a quienes no necesitaban ser rescatados, malgastando el dinero de los contribuyentes y poniendo a disposición de los turistas aviones militares que deberían ser utilizados en verdaderos casos de emergencia.

Porque más allá del ruido mediático y de algunas muestras de histerismo, ninguno de los afectados por retrasos y cancelaciones corría más peligro que sufrir una insolación tropical por extensión vacacional.

En la última semana de crisis no se ha producido una sola manifestación en las playas del país y la única forma de encontrar una en la capital era poniendo mucho empeño en dar con ella. Las protestas se concentraban en tres puntos concretos de la ciudad -los dos aeropuertos y la Casa del Gobierno- y no han evitado que los niños sigan yendo al colegio y las ancianas paseen en los parques. El Gobierno tailandés subvencionaba hoteles y comidas a la espera de que se reanudara el tráfico aéreo.

Todo ello no ha evitado que entre los turistas españoles haya quienes han regresado a casa contando increíbles historias llenas de dramatismo, documentadas en al menos un caso con un vídeo que recoge explosiones grabadas a través del teléfono móvil. Lástima que resultaran ser petardos arrojados por una pandilla de niños.

El Gobierno debería haber atendido los casos de urgencia médica o de otro tipo, si los hubiera habido. Por supuesto es un fastidio no llegar al bautizo del sobrino, perderse el partido del domingo o faltar al trabajo (esto menos), pero los retrasos y cancelaciones son gajes del viajero y no responsabilidad de los Gobiernos. En todo caso, la organización de alternativas debe correr a cargo de las líneas aéreas y los operadores turísticos.

Dicen que la decisión de enviar los aviones fue de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente puede esperar sentado a que le den las gracias. Algunos turistas -siempre hay excepciones- respondieron a la generosa oferta de llevarlos de vuelta organizando su propia rebelión, quizá contagiados por el ambiente local. Pancartas y gritos para protestar que nadie hubiera acudido antes a buscarles. Les faltó quejarse de la comida del avión.

Cargados con sus últimas compras y tomando desde la ventanilla del avión las últimas fotos del paisaje tropical, los turistas veían como su odisea concluía con final feliz. España había ejecutado con éxito la operación 'Salvar al turista González' justo cuando la crisis política finalizaba y los aeropuertos se preparaban para reanudar sus vuelos regulares. Con un poco de paciencia nos habríamos ahorrado el bochorno del 'súbase quién pueda' protagonizado por varios afectados y el dinero de fletar tres aviones.

La lección queda ahí. En adelante, cuando el mal tiempo, una huelga o una manifestación provoquen la cancelación de su vuelo, en La Habana o Asturias, no se olvide de llamar a Air Zapatero. Si el precedente tailandés sirve de algo, puede esperar a que le rescaten. Pero prepare los codos: puede haber empujones para subirse al avión.