martes, 19 de febrero de 2008

Tráfico




Bangkok es un atasco con todas las letras y alguna más. Es curioso, pero al contrario que otros atascos, éste se mueve. La razón es muy sencilla. A priori, aquí nadie respeta nada, quiero decir, ninguna regla de circulación. Cada cual va por libre, los coches, las motos, los autobuses, los tuk-tuks, las bicicletas, los vendedores con sus carros con la tienda a cuestas, los elefantes... Incluso, como no podía ser de otra manera, hasta los peatones. Pienso que el Skytrain debe de sentir celos por no estar invitado a este baile, aunque desde las alturas todo se debe de ver de otra manera. Respecto al metro, pues supongo que faros que no ven… Para los peatones, entre los que me incluyo, supone una aventura cada vez que uno decide cambiarse de acera. En mi calle, una vía principal en el centro de Bangkok de nombre Asoke Road y con seis carriles casi siempre abarrotados, parece incompresible como, por un lado, no se dan casos de colisión múltiple a diario dado el grado de libertad al volante existente en toda la ciudad, y por otro, sorprende que tampoco se vean muchos atropellos, teniendo en cuenta la escasez de pasos de cebra y la afluencia de gente en las aceras.

Como todo en esta vida, ser peatón en Bangkok también requiere algo de técnica y sobre todo, en este caso, mucha práctica, aunque después de algo menos de un mes por este divertido aunque contaminado laberinto, uno disfruta incluso hasta a la hora de cruzar la calle. En primer lugar, como en cualquier otro lugar del planeta, uno mira a un lado y a otro, para ver quien viene (aquí el concepto varía ligeramente con el que yo tenía preconcebido ya que hasta ahora la idea de este vistazo era mirar para ver si venía alguien). Una vez haber comprobado lo que viene, uno sonríe a la vez que pone un pié en el asfalto y deja que el otro le siga sin prisa, aunque con alguna pausa. Cómo si se tratase de una danza urbana, uno va sorteando con éxito a los coches, a las motos, a los autobuses, a los tuk-tuks, a las bicicletas, a los vendedores con sus carros con la tienda a cuestas, incluso también a los elefantes hasta que alcanza el bordillo que delimita esta pista de baile. Después de todo, lo que parecía imposible, una vez más, aquí se vuelve realidad al instante. ¡Qué siga el movimiento!


(Traffic)

Bangkok is a traffic-jam with all the letters and some more. It weird, but differently from other jams, this one moves. The reason is really easy. Firstly, here nobody respect anything, I mean, any traffic rule. Everyone drives in a free way, cars, motorbikes, buses, tuk-tuks, bikes, the street-food sellers with their stalls, the elephants…Even, obviously, the pedestrian. I think about how the Skytrain must feel jealous because he hasn´t been invited to this dance party, although from up there everything might seem different. About the underground, I suppose it doesn´t care because its lights doesn´t see whats going on overground… For the pedestrians, among I include myself, is an adventure everytime oneself decides to change from one pavement to the other one. In my street, one main road in the city centre of Bangkok called Asoke Road, containing six crowded rows, it seems incomprehensible how it´s possible, by one side, not to see multiple-car-crashes everyday regarding the existing level of freedom when a wheel is held all around the city, and by the other side, it´s surprising that is not quite common to watch so many running over if we think about the shortage of zebra crossings and the amount of people above the pavements.

As everything in this life, to be a pedestrian in Bangkok requires some technique and, what is more important in this case, a lot of practical training, although after less than one month in this funny but environmentally unfriendly labyrinth, oneself enjoys even when you cross a street. First, because like everywhere else in this planet, you take a glance from one side to the otherof the street, to see what´s coming (here the concept varies lightly from the former conceived one because the aim of that glance was to see if something was coming). Once you have checked whta´s coming, you have to smile at the same time you put one foot over the asphalt and let the other to follow the previous without no rush, but with same pause. As if it were a urban dance, you start to dodge successfully cars, motorbikes, buses, tuk-tuks, bikes, the street-food sellers with their wheeled-stalls, the elephants until you get the kerb that delimits the dancefloor. After all, what seemed to be imposible, once again becomes real instantly. Keep da flow!

2 comentarios:

fon dijo...

¡El elefante, yo quiero ver un atasco de elefantes, que los de carros los tengo muy vistos! ¿Tienen cláxon los elefantes, e intermitentes, y luces de freno...?

David dijo...

Pues como todo automóvil que se precie, claro que tiene cláxon, además bien alargado en forma de trompeta, con las orejas indican la dirección hacia donde giran y en la cola llevan incorporada (con una pinza) la luz de freno. Verídico. No miento.