lunes, 25 de agosto de 2008

Shinkansen



El Shinkansen es la red ferroviaria de alta velocidad de Japón, operada por la compañía Japan Railways. Desde que en 1964 se abrió la línea Tōkaidō Shinkansen, la red se ha ido expandiendo para conectar la mayor parte de las ciudades de las islas de Honshū y Kyūshū, con velocidades de hasta 300 km/h.

Una de las cosas que más me sorprendió de la red ferroviaria en Japón, además de la velocidad de sus trenes bala, fue el grado de puntualidad del servicio. Recuerdo la conversación que mantuve con un holandés en un albergue en Kyoto, donde me comentaba las virtudes del sistema de trenes con respecto a su país.

En Holanda, en mi opinión (en la suya no tanto), la red ferroviaria funciona fabulosamente, no como en España (en esto estábamos completamente de acuerdo los dos), donde a excepción de la "moderna red de alta velocidad" (lo pongo entre comillas después de haber subido a los shinkansen), el resto de trenes dejan bastante que desear, por no hablar de mi querido y añorado FEVE, ese que viaja al trote cargado de recuerdos cantábricos. Hay que rendirse a la evidencia de que un país como Japón donde llegar un minuto tarde se considera retraso es un caso único, y por lo tanto, incomparable e insuperable.

(Shinkansen)

The Shinkansen is the high-speed rail network in Japan, the service is operated by Japan Railways. Since in 1964 opened Tōkaidō Shinkansen line, the network has been expanding to connect most cities in the islands of Honshuu and Kyūshū, with speeds up to 300 km/h.

One of the things that surprised me most of the rail network in Japan, besides the speed of their bullet trains, was the degree of punctuality of the service. I remember the conversation I had with a Dutchman in a guesthouse in Kyoto, where I discussed the virtues of the rail system regarding his country.

In Holland, in my opinion (rather than his), the rail network works fabulously, not like in Spain (on this we both agreeded completely), where apart from the "modern high-speed network" (what I quoted between marks after I got aboard on the Shinkansen), all other trains leave much to be desired, not to mention my beloved and missed FEVE, who travels to the trotting carrying Cantabric memories. We must surrender to the evidence that a country like Japan where arriving one minute late is considered delayed is a unique case, and hence, unparalleled and unsurpassed.

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