domingo, 24 de agosto de 2008

3128



Nada más llegar a Tokyo a toda velocidad subido en uno de los famosos trenes bala o "shinkansen", me fui en busca del que sería mi alojamiento esa misma noche. Después de más de un percance, entre los que se incluyen la quiebra de un hotel, una estación de metro/tren en hora punta, Shinjuku, por la que pasan diariamente unos 3 millones de personas y que tiene, sin exagerar, varias decenas de salidas, y una mayúscula tormenta, conseguí encontrar el hotel que andaba buscando. Prueba superada pensé yo en ese momento.

El caso es que lo mejor estaba por llegar, o al menos eso pienso yo en estos momentos. Tomé el ascensor hasta la planta 4ª donde se encontraba la recepción. Enfrente del mostrador hacían cola alrededor de una decena de ejecutivos recien salidos de la oficina, quienes iban siendo despachados con celeridad por los empleados del hotel. Llegó mi turno, y una amable japonesa me explicó de manera muy técnica (a través de un par de folios escritos en inglés) las condiciones, tarifas e instalaciones del hotel. Tras pagar por adelantado la tarifa me preguntó oralmente si tenía alguna duda, y yo en ese momento me rendí a la evidencia, me encongí de hombros y le respondí que "demasiadas". Antes de terminar la conversación me obligó a ponerme una pulsera (a modo de salvavidas) con el número 3128. A partir de ese momento ese era yo, el señor 3128. A continuación abandoné la mochila en sus manos y tomé la escalera que me llevaba a la planta 6ª, supuestamente la de los baños, con una mano delante y otra detrás, a pesar de intentar explicarle previamente que me hacía falta coger algunas cosas de aseo. Estaba claro que ella sabía lo que hacía al llevarse la mochila y yo no.

Después de compartir baño, sauna y la final de softball disputada entre Japón y EE.UU por televisión con unos cuantos japoneses recién salidos de la oficina, decidí que era tiempo de localizar la que sería mi cama esa misma noche. Bajé hasta la planta 3ª y una vez allí me dejé llevar al ritmo de los tempraneros ronquidos, casi flotando, gracias a mi pulsera salvavidas y a la sensación de ingravidez del lugar. Había cientos de cápsulas y el ambiente era extraterrestre. Después de un rato buscando encontré mi número, el 3128, subí los peldaños de una escalerilla con la ligereza de un astronauta y me eché a dormir.

Esa misma noche soñé que estaba en una nave espacial rumbo a un planeta desconocido. Al despertar del viaje, antes de salir de la cápsula me miré en el espejo para comprobar si seguía teniendo cara de marciano. Afortunadamente no fue así, y pronto me di cuenta que había sido una simple pesadilla. En realidad el sueño estaba a punto de empezar esa misma mañana, el viaje planeado iba a ser a pie y el lugar por descubrir no era otro que la capital del país del sol naciente aquí en el planeta Tierra.

(3128)

Just after my arrival at Tokyo at full speed aboard in one of the famous bullet trains or "Shinkansen", I went in search of that would be my accommodation that night. After more than a mishap, including the bankruptcy of a hotel, a subway station / train at rush hour, Shinjuku, where 3 million people pass daily and has, without exaggeration, several dozen exits, and a capital storm, I found the hotel I was looking for. The first and most difficult step was overtaken, I thought at that time.

The fact is that the best was to come, or at least that's what I thought. I took the elevator to the 4th floor where was the reception. In front of the desk did tail around a dozen executives emerging from the office, who were checked-in promptly by hotel staff. It came my turn, and a nice Japanese explained to me in a very technical manner (through a couple of sheets written in English) the conditions, rates and hotel facilities. After paying the fare in advance she asked orally me if I had any doubts, then I paid to the evidence, I shrank my shoulders back and replied that "too many". Before concluding the conversation she forced me to get a bracelet (as a lifeguard) with the number 3128. From that moment that was me, Mr. 3128. After that, I left the bag in his hands and took the staircase that leads me to the 6th floor, supposedly heading to the bathrooms, with one hand in front and another behind, despite trying to explain in advance that I needed to take some things to take a bath. It was clear she knew what he was doing while she took the backpack and I do not.

After sharing bath, sauna and final softball disputed between Japan and the U.S. on television with a few Japanese emerging from the office, I decided it was time to find where it would be my bed that night. I went down to the 3rd floor and once I was there I walked keeping pace with some early snorings, almost floating through my lifesaver bracelet and a feeling of weightlessness. There were hundreds of capsules and the atmosphere was extraterrestrial. After a while searching I found my number, 3128, got the rungs of a ladder with the lightness of an astronaut and I fell asleep to sleep.

That same night I dreamt I was in a spaceship heading to an unknown planet. At the awakening of the trip, before leaving the capsule I looked in the mirror to see if I still had an face Martian face. Fortunately this did not happen, and soon I realized that was it was just a nightmare. In fact the dream was about to begin that morning, the planned trip would be on foot and place to be discovered was none other than the country's capital of the rising sun here in on the Earth.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

por lo que veo al final no tiraste de ryokan.....curiosa experiencia, un tanto claustrofobica supongo, como dormir en una tienda de campaña de una plaza....
flipante tokio eh? por favor dime que entendiste el mecanismo de los pachinko y por que tienen el volumen de la musica tan alto?

jorgin.

David dijo...

Jorgito: de "ryokan" tiré en Kyoto aunque una vez en Tokyo quería probar otro tipo de alojamientos menos tradicionales pero igual de japoneses. Una experiencia más, terrestre, recomendable y no demasiado claustrofóbica, la verdad. De hecho estuve viendo un rato las Olimpiadas allí metido, ya que entre otras cosas, la cápsula incluso tenía televisión.

Anónimo dijo...

que guapo David, quiero 6 capsulas 6 de esas en las que has dormido!
Abrazos
E.

Anónimo dijo...

Saludos David,

Hace tiempo que no leía tu blog. Ahora me vuelto a enganchar. Ya veo que estás genial. Me alegro mucho. Un abrazo.

Diego (piso Madrid)