martes, 23 de septiembre de 2008

Bumrungrad




El Bumrungrad, a simple vista, no es un hospital cualquiera. En el mismo hall, uno ya es consciente de que se adentra en un lugar exclusivo. Su exquisita decoración es más propia de un hotel de lujo que de un centro médico. Entre sus instalaciones se incluyen boutiques de moda, restaurantes, cafés con acceso a internet e incluso, para aquellos que de verdad saben como combatir el tráfico de Bangkok, un helipuerto. La deprimente imagen que generalmente se tiene de los hospitales, por tanto, contrasta con la risueña amabilidad en el trato del equipo médico del Bumrungrad, quienes, todo hay que decirlo, reciben primas por tender hacia la excelencia.

Cuando pienso en el Bumrungrad se me viene a la cabeza el más famoso de todos los centros comerciales del mundo, Harrods, y no sólo por sus escaleras mecánicas y la exclusividad de algunos de sus servicios, entre los que se incluye el único experto en el tratamiento de lesiones relacionadas con la práctica del golf que existe en el mundo, sino por su decidida apuesta multicultural. Cada año recibe alrededor de medio millón de pacientes procedentes de 190 países diferentes que vienen de turismo médico a Tailandia. A estos pacientes se les atiende hasta en 10 idiomas distintos y se les ofrece amplios menús para cubrir la demanda variada de sus huéspedes, ya sea un curry con arroz, algo de sushi o tempura, un pato a la orange o un simple filete con patatas.

Ayer estuve de visita turística por el Bumrungrad. Desde hacía un par de días me dolía un oído así que decidí visitar al otorrinolaringólogo y éste me diagnosticó, tras inspeccionar exhaustivamente mi oído, una otitis. Resulta que una de las posibles causas de dicha infección se debía, en su opinión, además de a los chapuzones diarios que me pego en la piscina, al uso reiterado de los bastoncillos de algodón, así que me recomendó ser un poco menos higiénico. Cuando recibí los medicamentos que me habían recetado, sobra decir que el propio hospital dispensa dichos productos en su farmacia sobre la marcha, por curiosidad, le eché un vistazo a la factura por los servicios prestados: 9000 bahts, o al cambio, 180 euros. Todo en esta vida tiene un precio, que ésta vez por suerte no pagaré yo, sino mi seguro. Todo menos mi oreja o mi oído, depende cómo y por quién se mire.



(Bumrungrad)

The Bumrungrad, at first sight, is not a common hospital. In the same hall, one is already aware that this would lead to a rather exclusive experience. Its exquisite decoration is more typical of a luxury hotel than a medical center. Its facilities include fashion boutiques, restaurants, cafes with Internet access and even, for those who really know how to combat trafficking in Bangkok, a helipad. The bleak picture that has generally been in hospitals, therefore, contrasts here with the smiling kindness in the treatment of Bumrungrad's medical team, who, it must be said, they receive bonuses for moving towards excellence.

When I think about the Bumrungrad it comes to mind the most famous of all the department stores in the world, Harrods, and not only because of its escalators and the exclusivity of some of its services, including the only expert in the treatment of injuries related to the practice of golf that exists in the world, but for its resolute multicultural. Each year the hospital receives about half a million patients from 190 different countries who come to Thailand for medical tourism. These patients are served up in 10 different languages and offers extensive menus to meet the varied demands of its guests, such as a curry with rice, some sushi or tempura, a duck "a la orange" or a simple steak with french fries.

Yesterday I was on tour by the Bumrungrad. Since a couple of days my ear was hurting so I decided to visit the othorhinolaryngologist and he diagnosed me, after thoroughly inspecting my ear, an ear infection. It turns out that one possible cause of the infection was, in his view, in addition to my daily dips in the pool, the repeated use of cotton buds, so I was recommended to be a little less hygienic. When I received the medicines I had prescribed, needless to say the hospital dispenses such products in its own pharmacy by the way, out of curiosity, I took a look at the bill for services rendered: 9000 baht, or, 180 euros. Everything in this life has a price, this time fortunately for me I hadn´t to pay, but my insurance. Everything but my ear, it just depends on how or who is it checked out by.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Kathoey





Un kathoey (o ladyboy) se considera a sí mismo una mujer en un cuerpo equivocado, o lo que es lo mismo, atrapada en un cuerpo de hombre. En Tailandia, muchos jóvenes adoptan este rol femenino, el cual, en la gran mayoría de casos empieza desde muy temprana edad, por lo cual los varones en pleno proceso de cambio deciden tomar desde adolescentes hormonas femeninas para agudizar la voz, estilizar las curvas y resaltar facciones más delicadas. En Tailandia estas hormonas se pueden conseguir sin prescripción médica en cualquier farmacia, eso sí, no existe reconocimiento legal para los kathoey, ni tan siquiera después de la cirugía, no se les permite cambiar su sexo legal (de masculino a femenino).

Dentro de la sociedad, los kathoey se pueden encontrar bien integrados en varios diferentes sectores desempeñando diferentes oficios: artistas de cabaret, camareros, dependientes, agentes de viaje, estilistas, maquilladores, o bien en centros turísticos, ya sean templos o prostíbulos, ya que la cultura budista da un alto valor a la tolerancia. Usando la noción del karma, los tailandeses creen que los kathoey tuvieron una vida pasada de trasgresión, por lo cual no se les debe culpar, más bien se les debe tener piedad. Tanto es así que, por poner un ejemplo, en algunos colegios del país se han ido creando el tercer baño o mixto, ante la necesidad de proteger la conflictiva intimidad de los kathoey.

Otro ejemplo ilustrativo es la historia del kathoey más famoso de Tailandia, Nong Tum, campeón de Muay Thai. Éste se vestía como mujer y tomaba hormonas cuando era aún boxeador y tenía por costumbre subirse al cuadrilátero luciendo una larga melena y bastante maquillaje, además de besar a su contendiente derrotado antes de abandonar el ring. Para los más cinéfilos, su vida fue retratada en una película del 2003 “Beautiful Boxer”.



(Kathoey)

A kathoey (or a ladyboy) considers itself a woman in a wrong body, or whatever it is, trapped in a body of men. In Thailand, many young men take this position, which in most cases starts from a very early age, so many men choose to take from teenagehood female hormones to sharpen the voice, stylish curves and to stress factions. In Thailand these hormones are available without a prescription at any pharmacy, although, there is no legal recognition for kathoey, not even after surgery, so they are not allowed to change their legal sex (male to female).

Within society, kathoey can be found well integrated into several different sectors playing different roles: cabaret artists, waiters, shop staff, travel agents, stylists, make-up artists, or at tourist centers, both temples or brothels, as Buddhist culture gives a high value on tolerance. Using the concept of karma, Thais believe that kathoey had a past life of transgression, so they are not to blame, rather they should have mercy. So much so that, for example, in some schools in the country have formed the third bathroom or mixed, given the need to protect the troubled privacy of kathoey.

The most illustrative example is the most famous Thai kathoey, Nong Tum, a former champion of Muay Thai. He dressed as a woman and took hormones when he was a boxer and was still in the habit of climbing into the ring wearing long hair and pretty much make up, in addition to his tactful attitude of kiss hir defeated opponent before leaving the ring. For most filmgoers, his life was portrayed in a 2003 film "Beautiful Boxer".

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Chef




El personaje de la foto no es otro que Samak Sundaravej, el primer ministro tailandés, (y supongo que el primero del mundo entero hasta el día de hoy) inhabilitado de su cargo político por compaginar su verborrea porcina con su afición por los fogones, después de participar en un programa de TV de cocina, "Probando y Protestando", mientras ejercía como jefe del Ejecutivo.

Lo gracioso del tema es que la sede gubernamental aquí en Bangkok lleva invadida literalmente cerca de 2 semanas por manifestantes antigubernamentales que desde hace más de 4 meses han tomado las calles pintándolas de amarillo pidiendo su dimisión, a ritmo de rock y sólo en defensa propia, a palos (de golf). Y por mucho que protestan, no consiguen doblegar la tozudez de este polifacético personaje.

Éste viernes, según los previsto, puede volver a ser reelegido como primer ministro . Lo cual demuestra una vez más que éste país, a nivel político, no hay quien lo digiera. Para entender este berenjenal, visto lo visto, es más que necesario que te den de comer aparte. Con o sin Samak a los fogones.


(Chef)

The man of the picture is no other than Samak Sundaravej, the Thai Prime Minister, (and I suppose that the first around the world to this day) disqualified from office by reconciling his political swine verbiage with his liking for cookers, after participate on a TV cooking program, "Tasting and grumbling", while practising as chief executive.

The funny thing is that the government headquarters here in Bangkok have been invaded literally since 2 weeks ago by anti-government demonstrators that for more than 4 months now have been colouring in yellow the streets demanding his resignation, to the rhythm of rock and only in self defense, using (golf) sticks. And however much they protest, they seem unable to break the stubbornness of this multifaceted character.

This Friday, as scheduled, he may be again re-elected as prime minister. This shows once again that this country, at the political level, it´s hard to understand. To digest this jam, apparently, it seems that you will need to eat separately. With or without Samak to the cookers.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Naturaleza




Laos es un lugar salvaje por definición. O al menos esa sensación es la que uno siente al sumergirse en su agreste territorio a través de uno de sus vías principales de comunicación: el río Mekong. Casi la mitad de la superficie del país son frondosos bosques, a pesar de estar, según los expertos, en pleno proceso de deforestación. Naturaleza todavía viva, aunque la mano del hombre, una vez más, se empeñe en destruirla.

(Nature)

By definition, Lao is a wild place. Or at least that´s the feeling that I had while I was getting immersed in their rugged territory through one of its main highway: the Mekong River. Nearly half of the country are lush forests, despite being suffering, according to experts, a deforestation process. Nature still alive, although the hand of man, once again, strive to destroy it all.

Velocidad




Mientras en España hoy en día se vive la fiebre del automovilismo, en especial la de la Fórmula 1, estrenándose nuevos circuitos tanto para bólidos grandes como para otros más pequeños, en Laos dudo mucho que alguien conozca a Fernando Alonso y aprecie sus veloces dotes. Ni siquiera los únicos amantes de la velocidad que me encontré durante mi visita al país, entre los que se encontraba el piloto de la foto, el más lento (por problemas de aerodinámica y de adherencia) de los tres que participaban en la prueba, sería capaz de reconocer a quién es el piloto más joven en haber batido todos los records de la categoría reina del motor. Los motivos son obvios, y no necesariamente económicos, ya que en Laos a la gente le importa un bledo la velocidad y sólo entienden la vida a ritmo lento, sin prisas, con tiempo para disfrutar de lo más valioso que posee el ser humano, que no es otra cosa que su propia existencia.


(Speed)

While in Spain today is suffering the auto racing fever, especially in Formula 1, spreading new circuits for both large sports car as for other smaller, in Lao I doubt very much that someone who meet Fernando Alonso would recognize him nor appreciate his fast skills. Not even the only speed lovers I met during my visit to the country, among those was the pilot of the photo, the slowest (due to problems with aerodynamics and bond) from the three participating in the test, would be able to recognize who is the youngest driver to have beaten all records of the most important motorsport competition. The reasons are obvious, and not necessarily economic, since the people in Laos do not care at all about speed and only understand life at a slow pace, without haste, with time to enjoy the most valuable thing that hold the human being, that´s nothing else than its own existence.

Laos




Por este orden (inverso), enumero a modo de introducción, los países que ocupan el Top 10 del Índice de Percepción de Transparencia Internacional (www.transparency.org): Somalia. Myanmar. Iraq. Haiti. Uzbekistan. Tonga. Sudan. Chad. Afghanistan. Laos. Empatado con Guinea, Guinea Ecuatorial y la República Democrática del Congo se encuentra Laos, en 10º lugar (o 168º lugar, depende como se mire). Un país del que poco o nada se sabe, o si se sabe, nada se dice, salvo que limita con Myanmar al noroeste, con China al norte, con Vietnam al este, con Camboya al sur y con Tailandia al oeste. Asimismo Laos ha sido uno de los países más bombardeados durante el siglo pasado, en la actualidad está calificado como uno de los países con peor economía y libertad del mundo, y donde, por poner un último ejemplo concreto, el 80% de la población se dedica a la agricultura de subsistencia.

Dichas todas estas bondades, quizá a primera vista uno no entienda los motivos que llevan a alguien a visitar Laos, salvo si uno decide huir de la justicia para convertirse en un asceta. En mi opinión, no son sus templos, ni su belleza natural, ni su gastronomía ni tampoco su clima. Una visita a Laos merece la pena simplemente para comprobar in situ la calurosa y delicada bienvenida con la que el forastero es recibido por sus gentes (no así por los funcionarios de inmigración), la fresca amabilidad de estos, su simpatía, su capacidad para sobreponerse ante tanta adversidad, y por encima de todo, su envidiable ritmo de vida propulsado por la omnipresente BeerLao. Es difícil de creer que la gente sea feliz en Laos, pero a pesar de las circunstancias, ciertamente lo parece. En definitiva, un país del que si algo he de decir, necesariamente será para bien.


(Lao)


For this (reverse) order listed as a way of introduction, these are the countries that occupy the Top 10 of the International Transparency Perceptions Index (www.transparency.org): Somalia. Myanmar. Iraq. Haiti. Uzbekistan. Tonga. Sudan. Chad. Afghanistan. Laos. Tied with Guinea, Equatorial Guinea and the Democratic Republic of the Congo is Laos, in 10th position (or 168th postion, depending how you look at it). A country of which little or nothing is known, or if known, nothing is said, except that shares borders with Myanmar to the northwest, China to the north, Vietnam to the east, Cambodia to the south and Thailand to the south west. Moreover, Lao has been one of the most bombed countries during the last century, nowadays is qualified as one of the worst economies and the least free countries in the world, and where, to give one last brief example, 80% of the population is engaged in agriculture subsistence.

After saying all these virtues, perhaps at first glance you do not understand the reasons that lead someone to visit Lao, except if oneself decides to flee from justice to become an ascetic. In my opinion, are not their temples, nor its natural beauty, or its gastronomy nor its climate. A visit to Laos worth simply to check on the spot and delicate warm welcome with which the stranger is greeted by its people (and not by immigration officials), fresh friendliness of the locals, their sympathy, its ability to overcome so much adversity, and above all, its enviable lifestyle propelled by the omnipresent BeerLao. It's hard to believe that people are happy in Laos, but despite the circumstances, it certainly appears. Ultimately, a country that if something I have to say, is necessarily for the better.