martes, 13 de mayo de 2008

Jarabes



El mundo entero se despierta a base de té o de café, y en el caso de Tailandia, también de jarabes energéticos no recetados. Yo desde hace años siempre bebo té, he de decir que el olor a café me atrae ligeramente, no así su sabor. Lo que nunca me han gustado son las bebidas energéticas con sabor a jarabe. Y menos aún para desayunar. Su sabor me resulta empalagoso, desagradable, incluso diría que vomitivo. Algo así como si me estuviese bebiendo un simple vaso de leche caducada nada más levantarme.

Hace años que se pusieron de moda este tipo de bebidas a lo largo y ancho del planeta, yendo un paso más allá de los típicos refrescos gaseosos como la universal Coca-Cola o la pseudo-cítrica Fanta, de naranja o de limón, los cuales atrapan la vista del consumidor con refrescantes diseños y llamativos colores, aquí aún más si cabe por el uso ilegible aunque suficientemente reconocible de los caracteres thai. Con las bebidas energéticas aquí pasa exactamente lo mismo, aunque la competencia parece bastante más feroz que la histórica Pepsi vs Coca-Cola.

Cada vez que voy a un supermercado aquí en Bangkok y camino por el pasillo de las bebidas, me detengo a observar la gran variedad de este tipo de refrescos con sabor a medicina. Sobra decir que los precios en Tailandia son mucho más asequibles que en Occidente, más baratas incluso que el té o el café, lo cual sigue sin incitarme a cambiar de opinión, aunque sí que he de decir que me impresiona comprobar diariamente su extendido consumo, a pesar de su llamativa aunque poco saludable apariencia. El Red-Bull aquí no es el producto estrella, ni con un par de versiones extras incluída, ni vendiéndolo a 10 bahts, al cambio 20 céntimos de euro. El que triunfa es el M-150, una bebida en envase de cristal (la mayoría se envasan en este tipo de botellines que parecen recién salidos del laboratorio) con su logo en forma de estrella de sheriff, claro está, dirigido a los tipos más duros, a los más jefes.

(Syrups)

The whole world wakes up to a basis of tea or coffee, and in the case of Thailand, also of non-prescription energy syrups. For years I always drink tea, I must say that the smell of coffee attracts me slightly, but not its flavour. What I have never liked are these syrup-flavored energy drinks. And even less for breakfast. Its flavour is sickly sweet, unpleasant, I would say that even vomiting. Something like this is like if I were drinking a single glass of milk expired just after get up.

Years ago it became fashionable this kind of drinks across the globe, going a step beyond the typical soft drinks as the universal Coca-Cola or the pseudo-citrus Fanta , orange or lemon, which catch the sight of the consumer with refreshing designs and flashy colours, here in Thailand even more if possible by the illegible but sufficiently recognizable use of thai characters. With the energy drinks happens exactly the same thing here, but the competition seems far more ferocious than the historic Coca-Cola vs. Pepsi.

Every time I go to a supermarket here in Bangkok and way down the corridor of drinks, I stop to watch the wide variety of such soft drinks medicine-flavoured. It goes without saying that prices in Thailand are much more affordable than in the West, cheaper even than tea or coffee, which still does not incite to change my mind, but I must say that I check them daily causing me a great impression, as not surprisingly, its widespread use, despite their striking but unhealthy appearance. The Red Bull-here is not the star product, neither its extra version, nor selling it to 10 baht, to change 20 cents. Whichever wins is the M-150, in a beverage container glass (most are packaged in this type of bottles that appear emerging from the laboratory) with its logo in the form of sheriff's star, of course, led to the real men, the Masters.

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