miércoles, 29 de octubre de 2008
Klong
Aún recuerdo la primera vez que utilicé este medio de transporte a los pocos días de estar en Bangkok. Era una tarde de domingo, soleada pero con brumas en mi cabeza después de una noche de alterne por la ciudad. Alguien me había comentado que junto a mi casa había una parada de klong, o lo que es lo mismo, una parada de una barcaza que hace las veces de autobús. Se me ocurrió probarlo pensando que quizá me vendría bien un poco de brisa (iluso de mí) para despejar mis nubladas ideas domingueras. El caso es que una vez en el embarcadero, una plataforma semiflotante, me di cuenta que quizá más que despejar lo que iba a conseguir era una intoxicación aún mayor. Y es que el canal apesta, y sus aguas son las antónimas de las cristalinas aguas que muestran los catálogos turísticos sobre Tailandia. Ni más ni menos.
Aquella tarde, nada más saltar a bordo, me dejé llevar, como de costumbre, como es necesario en todo recién llegado a un lugar nuevo. No tenía muy claro a donde me dirigía, pero sabía que para bien o para mal algo descubriría por el camino. Y así fue. Meses después he de decir que siendo quizá el medio de transporte más desagradable, incómdo y guarro, el klong es la mejor receta para surcar los atascos de la ciudad, humo negro en popa. Como digo no suele haber atascos, salvo en las plataformas sobre todo en hora punta, donde la gente espera la llegada de la barcaza para demostrar la pericia en el embarque. No importa la edad, sexo o condición, aquí los tailandeses demuestran su agilidad felina de sus parientes los gatos. Es curioso ver a las chicas recién salidas de la oficina, vestidas de manera muy coqueta, como son capaces de manejarse subidas en sus tacones sin acabar a remojo. Supongo que será por aquello de que a los gatos no les gusta mojarse, y menos con agua de cloaca.
I still remember the first time I used this transport within a few days in Bangkok. It was a Sunday afternoon, sunny but misty inside my head after a long night around the city. Someone had commented to me that next to my apartment had a klong stop, or whatever it is, a stop of a barge which acts as a bus. It occurred to me to try it thinking that maybe I could use a bit of breeze (unrealistic for me) to clear my Sunday´s cloudy ideas. The fact is that once at the pier, a floating platform, I realized that perhaps more than clear my mind what I was going to get was an even greater poisoning. The channel stinks, and its waters are the antonym of the crystal waters that show the tourist brochures on Thailand. Neither more nor less.
That evening, just after jumped on board, I let me go, as usual, as is required in any newcomer to a new place. I did not have very clear to where I was heading, but I knew that at the end of the day, I would have discovered something along the way. And so it was. Months later I have to say that the environment remains perhaps the most unpleasant, unconfortable and nasty, but anyway the klong is the best recipe for ride the bottlenecks in the city, black smoke into the stern. As I say there are generally no traffic jams, except on platforms especially in rush hour, where people expect the arrival of the barge to demonstrate expertise in the shipment. No matter the age, sex or status, we Thais have shown their feline agility of their relatives cats. It is curious to see the girls just out of the office, dressed in a very charming way, as they are able to handle up in their high-heels to finish without soaking. I suppose it will be by the thing that the cats do not like getting wet, and even less with this sewerage water.
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