miércoles, 20 de junio de 2007

Parque de atracciones




Barcelona desde hace tiempo me da la sensación de ser un parque de atracciones. Desde que la visité por segunda vez, la primera fue de viaje de estudios con el colegio, la ciudad que se divisa en el horizonte no es la misma. A medida que comenzamos la aproximación al litoral meditarráneo, mientras el avión efectúa las correspondientes maniobras de aterrizaje sobre un mar estático, te das cuenta que algo ha ido cambiando. Dejando atrás el tópico de las Olimpiadas de hace ya 15 años, creo que el cambio ésta vez ya no es a mejor, sino todo lo contrario.


Y no quiero decir con esto que se esté conviertiendo en una ciudad aburrida, ¡por supuesto que no!, ya que como todas aquellas que cuentan con diferentes tipos de montañas rusas y de atracciones acuáticas en funcionamiento los 7 días de la semana, incluida la playa, Barcelona se caracteriza a gusto que deja correr el tiempo, máxime cuando uno sólo tiene en la agenda apetitosas y divertidas notas tal que degustar un bocadillo de jamón con tomate para el desayuno, presenciar un concierto al borde del mar al atardecer, con el sol pegándote de un lado y la brisa de mar del otro, o simplemente dar un paseo entre las laberínticas callejuelas del Raval en busca de una terraza donde combatir la sed con una caña bien fría.


La parte que menos me gusta de este maravilloso y excitante decorado, casualmente, son sus gentes, quienes, desde mi punto de vista, se empeñan en que su gran tesoro se vaya cubriendo de mierda. Mierda en forma de devolución, de querer ser lo que quizá no les corresponda, pero que poco a poco, e inevitablemente, lo están consiguiendo. Lo preocupante es que de momento siguen obsesionados con dar respuesta a preguntas tan esúpidas como a la que fui interrogado por un periodista en plena calle en uno de mis paseos mañaniegos:


- ¿Qué opinas acerca de la cuestión de que los andaluces quieran apropiarse del descubrimiento catalán del pa amb tomàquet? -


(Funfair)


Nowadays, and for the las couple of years too, I´ve had the feeling that Barcelona has become a funfair park. Since my second visit, the first was in my first schooltrip, the city that is made out in the skyline is not the same anymore. Just when we start to approach the Mediterranean coast, while the airplane is carrying out the landing manoeuvres over a static sea, you realise that something has changed. Forget about the Olympics´ topic of 15 years ago, this time the change is not anymore positive, just the opposite.


I don´t wanna tell that it´s turning to a boring city, of course not!, just because as all these cities with a different range of roller coasters and acquatic attractions offered 7 days a week, beach included, Barcelona is characterized by confortable way that the time pass through, moreover when oneself only has appetizing and funny notes written in the agenda. It could be a taste of a jamón and tomato sandwich for breakfast, or attending a concert near to the sea at dusk, with the sun kicking by one side and the breeze blowing by the other, or simply a walk around the labyrinthic district of El Raval looking for a terrace where the thirst could be solved with a cold caña.

The part that I like the less of this wonderful and exciting scenery, by chance, it´s the inhabitants, who, from my point of view, they are really keen on cover their big treasure with tons of shit. Shit in terms of devolution, trying to be what probably don´t suit on them, but gradually and unavoidably, they are going for it. By now, the most serious matter is that they keep really busy trying to get answers to stupid questions as the one I was asked by a journalist in the street during one of my early walks:

- What do you think about the matter that the people from Andalucía want to take over the discovery of the bread with tomato?

2 comentarios:

fon dijo...

La mejor respuesta, un sibido... y eso que soy de los que siempre tratan de comprender al gremio!!

fon dijo...

Silbido, digo