miércoles, 5 de noviembre de 2008
Volar
Cada día que pasa, en cada avión al que me subo, he de reconocer que menos cómodo me siento. O dicho de otra manera, menos me gusta. La verdad que la culpa no la tienen las últimas catástrofes aéreas sino la cantidad de tiempo que he pasado subido en un avión, o esperando para coger uno, éste último año. No es que piense que me vaya a estrellar, ni nada por el estilo, ya que en ese trágico caso, por suerte o por desgracia, depende como se mire, sería bastante difícil vivir para contarlo. Simplemente se trata de un cúmulo de circunstancias que me hacen aborrecer el hecho de volar, a pesar de ser consciente que no dejaré de hacerlo hasta que pase a mejor vida, dada la alergia que tengo a quedarme quieto en un mismo lugar durante mucho tiempo.
De hecho el fin de semana pasado me subí hasta el norte del país, embarcándome en una avioneta rumbo a un pueblo llamado Pai, después de haber volado previamente desde Bangkok hasta Chiang Mai la noche anterior. Como de vez en cuando encuentro sano el contradecirme, me senté justo detrás de los pilotos y junto al ingeniero de vuelo, para observar su rutina laboral. Mientras los pilotos revisaban sus paneles de control preparados para el despegue, el ingeniero cumplimentaba el parte completando las casillas correspondientes con sucesivos OKs sin detenerse excesivamente en leer los apartados, como si estuviese rellenando con enorme aburrimiento una encuesta sin importancia. Ante tal demostración de solvencia, y viendo que todo le parecía bien, mientras el piloto veterano aleccionaba al novel como si de una práctica cobayas se tratase, aprovechando que la avioneta se empezaba a menear a unos cuantos miles de metros de altura en el interior de una gran nube blanca, decidí que lo más conveniente era agarrar el periódico y ponerlo delante de las narices a modo de pantalla para no ver nada. Ni falta que hacía.
(Fly)
Each day that passes, each plane that I raise, I must admit that I feel less comfortable. Put another way, the less I like it. The truth that the blame is not linked with the recent air disasters, but the amount of time I spent up in an plane, or waiting to catch one, this latter year. Not that I think I will crash or anything like that, as in this tragic case, fortunately or not, depending as you look, it would be quite difficult to survive to tell the tale. It´s simply an sum of circumstances that make me hate the fact of flying, despite being aware that I do not stop until I pass away, given the allergy of not being able to stay still in one place for long.
In fact last weekend I flew to the north on a small airplane headed to a village called Pai, having previously flown from Bangkok to Chiang Mai on the night before. As occasionally I encounter the contradiction healthy, I sat right behind the pilots and next to the flight engineer, to observe their work routine. While the pilots were reviewing their control panels ready for takeoff, the engineer filled in the compulsory form by completing the appropriate boxes with successive OKS without dwelling too much on reading paragraphs, as if filling out an unimportant survey with tremendous boredom. Given such a demonstration of solvency, and seeing that everything seemed fine, while the pilot is a veteran coach of the novel as if it were a practice with guinea pigs, the plane was beginning to wag a few thousand meters of altitude in the interior of a large white cloud, I decided it was more convenient to grab the newspaper and put it in front of the nose as a screen to not see anything. Neither did lack that.
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4 comentarios:
que tal padi?
merecio la pena? degustaste productos locales?
jorgin
donde dije padi queria decir pai....en que estaria yo pensando ;)
En el fondo te encanta...
Si te gusta ver tantos sitios diferentes también te tiene que gustar verlos desde otra perspectiva :)
(aunq he de reconcoer q la avionetilla esa da algo de miedo)
Olalla: sabes bien que no lo dejaré de hacer mientras pueda. Una cosa no quita la otra, así que hasta que alguien me explique como puedo hacer para teletransportarme, no me queda más remedio que seguir pagando por las alas.
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